CONTRA LA ARQUITECTURA
I
El mundo cambió. Para bien o para mal la forma en que nos relacionamos y vivimos en sociedad nunca volverá a ser la misma. En este escenario la arquitectura no ha dado el ancho, y es culpa de nosotros los arquitectos. Por alguna razón nuestro oficio tuvo escasa relevancia y no aportó soluciones significativas a un sin número de problemas donde bien pudo haber sido protagonista. La culpa es nuestra porque en algún momento dejamos que nuestra profesión se llenara de discurso, metáforas, palabras y más palabras y poco de eficiencia y precisión. Y así nos pilló la pandemia, con las herramientas equivocadas, moviéndonos a los tropezones cuando la contingencia necesitaba de un velocista.
II
Necesitamos primero aceptar y luego aprender nuevas maneras de ejercer y enseñar la profesión. Quedó demostrado que ya no necesitamos visitar los lugares ni experimentar la ciudad y el territorio, ahora podemos entrar a Google Street View. Ya no necesitamos corregir en “tablero”, ahora podemos hacerlo en una “tablet” y compartiendo pantalla. Ya no hacemos maquetas de cartón porque podemos hacerlas virtualmente. Es un hecho que hoy los desplazamientos no son un problema ni una necesidad, podemos estar en cualquier lugar del mundo en cualquier momento o reunirnos con quien sea a través de la web. Podemos enseñar a distancia a estudiantes que ya no necesitan cambiarse de ciudad para poder estudiar. Y de hecho todo esto lo venimos haciendo desde antes de la pandemia. Sólo queda aceptarlo y potenciarlo, viéndolo como una ventaja y no como algo negativo.
III
La arquitectura hoy es una larga lucha de redundancia en redundancia, hasta la redundancia final. Pareciera que cargáramos con un peso innecesario, una sobrecarga de explicaciones, peroratas y lugares comunes que parecen sólo buscar amoldarse a lo políticamente correcto, a lo comercial y la publicidad. Fue así, casi sin darnos cuenta, que comenzamos a enseñar que la arquitectura debe buscar gustar, encantar y seducir y no solucionar problemas. La mejor obra de arquitectura del último tiempo es el Hospital Wuhan Huoshenshan en China, construido en 10 días como respuesta a la crisis del coronavirus. Si hubiésemos recibido el encargo los arquitectos hubiera sido imposible cumplir ese récord. Nos hubiéramos enredado explicando cosas como la ‘experiencia del lugar’, ‘lo que nos dice’ o su ‘poética’. La arquitectura necesita volver a ser una disciplina que se encarga de la resolución de problemas.
IV
Necesitamos más diseño y menos arquitectura. El diseño se ocupa de la forma de las cosas. La diferencia entre el hombre primitivo…y el hombre contemporáneo, puede expresarse en que hoy vivimos en un mundo diseñado (Tejeda, 2006). Y la forma es nuestra especialidad, nuestra destreza única, no el discurso. La responsabilidad del arquitecto coincide con la responsabilidad por la forma. El ‘mundo diseñado’ es nuestro deber. Solucionar un problema de manera original significa resolver un puzle, descubrir una coincidencia, producir un calce donde antes no lo había. Y en ese proceso la mejor herramienta es el diseño. Propongo que no exista más la arquitectura, sólo el diseño. No más arquitectura ni arquitectos. Sólo diseñadores; de ciudades, edificios y objetos. Lo que necesitamos hoy en nuestra profesión es un nuevo comienzo, con coraje y determinación. El comienzo es la forma, en su sentido absoluto. A favor del curso de la vida, ésta busca servir y enmarcar.
autor: CYV (publicado en "cartas de ajuste" UDD)
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